Que Rodrigo Sorogoyen se ha coronado como uno de los mejores directores de nuestro país es ya un hecho. A sus 41 años y con siete películas en su haber, el madrileño se prepara para vivir una de sus noches más mágicas el próximo 11 de febrero XXXVII edición de los Premios Goya, que por segunda vez en su historia se celebrarán en Sevilla, tras ver como su película As Bestas lograba, nada más y nada menos, que 17 nominaciones.
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Artífice del corto Madre, que a punto estuvo de darnos una alegría en los Oscar, así como de la película Reino, que consiguió llevarse a casa siete premios Goya en 2019 y de la serie Antidisturbios que tan buenas críticas recibió, entre otros grandes trabajos como Que dios nos perdone o Apagón, el cineasta se guardaba en la recámara una historia de la Galicia profunda en la que veía material suficiente como para hacer una película.
Y esa historia que rondaba su mente desde hace ya más de siete años es lo que hoy se ha convertido en el gran fenómeno cinematográfico del año, As Bestas, pero, ¿sabías que el suceso que cuenta la película fue real? En la cinta se narra la historia de Olga y Antoine, dos franceses (a quien dan vida Marina Foïs y Denis Ménochet), aunque en la realidad eran holandeses ( y se llamaban Margo Pool y Martin Verfondern), que dejan su vida urbanita atrás para trasladarse a un pueblecito perdido y casi abandonado de Galicia, donde deciden trabajar la tierra y dedicarse a la ganadería. Sin embargo, unos vecinos cercanos, los hermanos Anta (Luis Zahera y Diego Anido), que en la vida real se apellidaban Rodriguez, se encargaron de arruinar su sueño.
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A pesar de que en un principio, la pareja de extranjeros recibe en la realidad una calurosa bienvenida por parte de los pocos habitantes de la aldea de Santoalla, en la provincia de Orense, a medida que esta se va vaciando, comienzan a nacer las primeras rencillas hasta que finalmente solo quedaron dos casas habitadas: la de los holandeses y la de los hermanos Rodríguez, desatándose entre ellos una guerra abierta ¿Pero a qué se debían estos enfrentamientos?
A diferencia de lo que cuenta la película, lo que desató la ira entre estos vecinos no fue la instalación de molinos de energía eólica, eso llegaría después, sino por la propiedad de unos pinos y la gestión del monte. Ahí comenzaron las primeras rencillas que se acrecentaron aún más después de que una compañía eléctrica les ofreciera 6.000 euros por la colocación de cada uno de los 25 molinos que deseaban instalar en la aldea. Martin Verfondern se niega tajantemente a esta instalación y comienza a recibir amenazas por parte de los hermanos en lo que acabo siendo denominado como "terrorismo rural".
Un día, concretamente en enero de 2010, estas amenazas fueron a mayores y el menor de los dos hermanos, que por aquel entonces tenía 42 años y sufría una minusvalía psíquica disparó a Martin con una escopeta. Su hermano Julio le ayudó a ocultar el crimen y juntos transportaron el cadáver al monte y lo quemaron. Al holandés se le dio por desaparecido y no fue hasta cuatro años después cuando se encontró su coche y sus restos a 12 kilómetros de su casa.
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Su viuda, Margo, continúa viviendo en la aldea, ya solo queda ella allí, pero no piensa marcharse porque quiere perpetuar el sueño de su marido. "Si me marchara, ellos ganarían esta guerra", declaró a El País. Ahora la historia de este matrimonio que viajó hasta España en busca de la felicidad y encontró la desgracia ha traspasado fronteras y todo gracias a la espinita que un día se le quedó clavada a Sorogoyen tras conocer lo sucedido y que ahora se ha transformado en la cinta favorita para brillar en la noche de los Goya.